Cuauhtémoc Blanco y su gran homenaje en el Estadio Azteca

Esta publicación está dedicada a uno de los máximos exponentes del americanismo en los últimos años, Cuauhtémoc Blanco, jugador que dejó una huella imborrable en el Club América, vivió su debut como americanista en el año de 1992; desde entonces ese jovencito salido del barrio de Tepito inició una historia de leyenda.

Surgió de las fuerzas básicas del Nido Águila, Americanista de corazón, se ganó rápidamente a la fiel afición azulcrema.

Podemos enumerar sus grandes logros con América, pero lo que lo hace especial va más allá de los números: su mentalidad ganadora, sus deseos de superación, su picardía, su ingenio y creatividad, pero aun mejor su capacidad de aparecer y ganar en los momentos de mayor presión. Le dio una identidad muy mexicana y autentica al Americanismo.

Cuauhtémoc es un nombre de origen náhuatl que significa “El Águila que descendió”. Este es un nombre que contiene agresividad, fuerza y determinación, desde que fue elegido su nombre, fue destinado a la grandeza.

En este año de centenario Americanista, no hay mejor momento para reconocer al último emperador, porque así ha sido su historia, grande, insuperable; por eso Cuauhtémoc Blanco bajó a la cancha del Estadio Azteca de nuevo y fue el momento en que el Águila desplegó sus alas y voló para atacar a su presa, el balón, por una última vez.

El Estadio Azteca lo esperó desde que éste se inauguró, el primer gol en el Coloso fue de un extranjero, el primer gran ídolo de los cremas Carlos Reinoso le dio calidad, magia y amor al equipo, después llegó el primer ídolo mexicano de las Águilas en triunfar en el América, pero era salido de Universidad. Hasta que en 1992 llegó el ídolo del pueblo, el mexicano, él que realmente amó al equipo desde sus entrañas, el que con su picardía e ingenio, le dio una verdadera identidad al Americanismo, una identidad muy mexicana, pintoresca y controvertida de principio a fin, que ningún otro equipo pudo lograr con algún jugador en los últimos tiempos.

Cuauhtémoc Blanco a sólo 8 minutos de iniciado el encuentro, dio una corrida memorable, una jugada que ni un solo Americanista olvidara, el tiro que debió ser gol, pero que el travesaño se empeñó en negarle un último grito de gol. El Estadio Azteca pudo vivir tanta emoción en tan poco tiempo, recordar decenas de momentos y grandes jugadas que algún joven aficionado recordara en un futuro como un tesoro preciado, ser testigo de tan importante momento.

Este sábado en el Estadio Azteca la afición, la directiva, y el mismo Estadio Azteca le rindió un merecido homenaje al futbolista que cada día que vistió la camiseta del América le rindió un verdadero homenaje al equipo, su historia y su grandeza.

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