Eduardo González Palmer
Eduardo González Palmer
Eduardo González Palmer, mítico jugador del América, nació el 23 de agosto de 1934, en Maravatío, Michoacán. Fue un goleador extraordinario, siempre dedicado y dispuesto al sacrificio por la causa americanista, es uno de los más ilustres delanteros mexicanos de toda la historia. Su imperecedera e indisoluble amistad con el gol y su delicado trato con la pelota, lo convirtieron en un atacante temible, así como en un auténtico caballero, dentro y fuera de la cancha.
Una anécdota que lo forja como un verdadero americanista…
En un lejano y misterioso 1954, encumbrados en un escenario majestuoso que sólo abría sus puertas a los verdaderos héroes. Final de Copa: América Chivas. Aquel histórico día, el destino le tenía guardada una sorpresa a Eduardo Gónzalez Palmer, quien, con el americanismo tatuado en el alma, jamás imaginó lo que la ventura le había preparado. Ese formidable delantero, como en todos los partidos, su trabajo estaba en la portería, sin embargo, en esta ocasión, era en su propia portería, no en la contraria. Sin cambios y con el guardameta expulsado, González Palmer tomó el valor que sólo alcanzan aquellos que están dispuestos a morir antes que ver a los suyos caer y, cimbrándose bajo los tres palos, decidió convertirse en leyenda. En el momento en que el jugador tapatío despidió su disparo que iba cargado de veneno en contra de las aspiraciones azulcremas, Palmer se lanzó como si fuera un auténtico guardameta y, cautivado por las voces esperanzadas y ensordecedoras que provenían desde las gradas, y con la firme consigna de no dejar pasar el balón bajo ninguna circunstancia, estiró sus manos con el permiso del corazón y atajó ese penal, ofreciendo a los aficionados una muestra de gallardía que conmovió a cuanto asistió en aquella tarde al estadio.